Ser más inteligentes que la Inteligencia Artificial. No es tarea fácil pero, tampoco es imposible. Asociamos la IA a la automatización, a la velocidad de producción y al ahorro y; por eso, no son pocas las voces que piensan en ella como un torpedo directo a la línea de flotación de la creatividad. Es una opinión, pero también hay otras maneras de verlo.
¿Cómo podemos ser más inteligentes que la Inteligencia Artificial?. O, al menos, ser lo suficientemente astutos como para aprovechar su potencial en nuestro beneficio. Comencemos por un repaso al escenario actual.
Estamos ante una situación de irrupción global de los modelos generativos a través de la IA, en especial ChatGPT. Un dato; ha sido la tecnología que menos tiempo ha tardado en alcanzar la cifra de 1 millón de usuarios: solo 5 días, superando los 2 meses y medio que le costó a Instagram.
¿Para qué y quién la está utilizando?. Destaca la adopción de IA para automatizar flujos de trabajo o ayudar en la toma de decisiones (el 46,2% de las empresas de más de diez empleados o empleadas) y para identificar objetos o personas en función de imágenes (39,7%).
Por sectores, existen importantes diferencias en la adopción de IA. Las que más la utilizan son las empresas del sector de la información y comunicaciones (el 41,9%) seguidas del sector TIC (el 41,3%). Ambos están a mucha distancia de los demás en el uso de estas tecnologías. (Fuentes: INE y Eurostat)
Lo que está por venir
Según Gartner; en 2025, la IA generativa representará el 10 % de todos los datos producidos en el mundo y, aunque está en sus primeras etapas de desarrollo, tiene potencial de sobra para revolucionar la forma en que se crea y distribuye contenido.
Pero, aunque esto va a una velocidad endiablada, el desarrollo de esta tecnología es mucho más complejo que diseñar una serie de protocolos para el movimiento de una máquina en una cadena de producción. Las aplicaciones para las distintas industrias tienen que ser muy específicas y esto ralentiza su implementación.
Aunque, de forma mayoritaria, todavía no hay una estrategia decidida para su puesta en marcha, en la mayoría de las empresas parece que hay consenso en que la implantación de programas informáticos inteligentes servirá para dar mejores respuestas automatizadas a las demandas de los clientes.
También serán útiles para conocerles mejor y diseñar estrategias de fidelización. Algunos ejemplos de uso de la IA en empresas son y serán:
- Atención al cliente. Posibilidad de atender, responder e interactuar con el cliente 7 días a la semana, 24 horas al día, por medio de conversaciones automatizadas.
- Reconocimiento facial. Disponer de la posibilidad de identificación de personas, de reforzar las medidas de seguridad y de reconocer emociones.
- Análisis de datos. Para la elaboración de planes y mejorar la toma de decisiones
- Compras por voz. El control de dispositivos por medio de la voz ya está entre nosotros, ¿verdad: Alexa y Siri?
- Administración de las empresas. Con ERPs más completos
- Sugerencias de compra. Ofertas personalizadas y oportunas gracias al conocimiento de los patrones y hábitos de los clientes
- Logística y transporte. Cálculo de las rutas, estado del tráfico, previsión de incidencias; todo dirigido a la rapidez en la entrega y la seguridad.
¿En qué lugar quedamos los profesionales?
Iñaki Lázaro, responsable de comunicación digital de OnlyOne, avanzaba algunas situaciones en este artículo publicado en Dircom: «ChatGPT: así podría impactar en los departamentos de comunicación».
«La tecnología supera a las personas en capacidad de cálculo o tareas repetitivas, pero los humanos aportamos valores que la inteligencia artificial como ChatGPT no consigue superar como: la creatividad, innovación, empatía y, sobre todo, la relación de persona a persona”.
Está claro que estamos ante un reto de adaptación muy importante, quizá el más importante de los últimos tiempos. En productividad, poco vamos a poder competir. Nos vamos a tener que centrar en ocupar los espacios donde no llega y, a medio plazo, no llegará la IA. Quizá incluso nos toque hacer un ejercicio de reivindicación nada habitual.
Pongámonos las pilas.
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